Compartir la experencia, es compartir el gusto y la responsabilidad. Es abrir los ojos através del otro, asumir el compromiso que nos toca como actores fundamentales de nuestro entorno, herederos del pasado y sembradores del futuro.

Éste es un espacio para compartirles mi experiencia.
Un espacio para compartir el mundo que me decidí a recorrer.



13 de julio de 2011

Vá para Chiriquí ?


De niño creía que las islas flotaban en el mar, yo no entendía cómo es que permanecían en el mismo lugar, no entendía cómo las personas, siempre las encontraban en la inmensidad oceánica.

Creo que mi pericia de mochila-a-cuestas ha rendido frutos. Hasta ahora, estoy convencido de que “estar abierto a la experiencia y a la esperanza” es fundamental para resolver viajes inciertos e improvisar en la ruta.
Escribo desde un Camión de ruta Panamá-Chiriquí, hasta ahora estoy tratando de resumir los movimientos del día, como saben por la entrada anterior, ayer la jornada fue dura, un vuelo cancelado, las conexiones frustradas, la incomunicación y la falta de plata tensaban la moral.


Llegué a las 9 de la noche a Puerto España, Trinidad, después de todo un día de reclamos, logramos que un par de agentes de LIAT, la compañía caribeña, nos esperaran en el área de desembarco, con la buena noticia de que la compañía se haría cargo de los gastos de comida, hospedaje y transporte (mínimo), des pués de los controles de seguridad y levantar la maleta, caminamos por los pasillos a la salida. Antes de levantar nuestro equipaje, se me acerca una de las agentes, una Chica trinitaria que con un inglés más comprensible me dijo susurrando:
-¿Disculpa, me puedes hacer un favor? En la noche tenemos una fiesta sorpresa y queremos comprar alcohol, el problema es que no nos permiten comprarlo y aquí hay tiendas de Tax-Free, ¿nos podrías ayudar a comprarlo?
Mi primera reacción fue de duda, le pregunté si eso no me traería problemas a mí y me respondió que no. Un dilema moral se me presento de frente, por un lado, quería llegar al hotel cuanto antes y evitarme cualquier ilícito o “no-tan-licito”, por otro lado, los chicos de la compañía me recordaron a mi y a mis compañeros de San Vicente, tratando de escapar, buscando coartadas y cómplices, tomando una cerveza (o dos o diez) o huyendo de noche y a escondidas. Mi empatía me hizo resolver el asunto y así caminé yo con “mi” botella de 1,5 litros de Cognac, sin problema.
El camino al hotel estuvo a cargo del chofer de las Suites, un Hindu con acento Caribeño que nos movía en su taxicon música salida de alguna película Hindi de Bollywood o algo por el estilo.

El hotel de mediana calidad ofrecía al menos un buen colchón y agua caliente, amanecí reparado del trágico día. Por la mañana pregunté por el desayuno y me dijeron que no había cocinero, pero que ellos resolverían, media hora más tarde, estaba sentado a la mesa con dos Americanos que me acompañaron en toda la travesía del dia anterior, comiendo Subway de huevo y café con leche.
Cuando me dijeron “Desayuno americano” no fue precisamente lo que imaginé, pero con estomago empacado, pedí al chofer que me llevara al aeropuerto para hacer un cambio de divisas (y cuando lo digo suena a mucho dinero, la realidad es que eran apenas 100 dólares americanos).
De regresó al hotel, decidí quedarme en el cuarto de, a la cercanía no había nada interesante y por otro lado yo tenía Meses sin ver televisión, me encontré a Anthony Bourdain viajando por el mundo y mostrándome cual colega, los lugares a los que ahora estoy obligado a visitar, Laos, Haití, Italia, Vietnam, Austria.
3:30 de la tarde y ya estaba en la sala de abordar, pasé dos horas mirando a la puerta, pues cabía la posibilidad de encontrarme con Paola en los andenes (en un paréntesis, acabo de cruzar un Elektra y un Banco Azteca) me aseguré que mi sala de abordar fuera la correcta, la suerte nos puso en la misma sala, ella a St.Vincent, yo a Panamá, los vuelos con apenas 20 minutos de diferencia.
Maldita mi señora Soledad, que a sus caprichos me dejó sólo y esperando a mi Novia, nunca nos encontramos, tuve que abordar mi avión, destino Panamá.
El vuelo tranquilo me dejo en el aeropuerto de Panamá donde me recibían amables e hispano-hablantes (gracias a dios) agentes aduanales.
Ahora bien, de esto hace apenas una hora y media. El plan Original fue tomar un Taxi que me llevaría a un Hostal en el Casco Viejo de Panamá, Paola me lo recomendó, la idea de “Casco viejo” me parecía atractiva, tal vez podría salir a tomar una cerveza o dos, dormir en el hostal, conocer a un par de personas interesantes y a la mañana siguiente, ir al cajero para recoger el dinero que mi adorada hermana, haría favor de depositar para sobrevivir. Ahí Podría revisar de algún vuelo hacia Costa Rica el lunes o en todo caso un bus por TICABUS hacía san José. Apenas salí del aeropuerto, me asalto un ejercito de taxistas, todos formales y con cara de careros, al fondo, un viejito de lentes me llamaba “Taxi”
Me acerque a el y me dio la bienvenida a la Latinoamérica que conozco, regateo, amenaza, regateo, molestia… saqué lo nacional y me puse a Regatear al mero estilo Mexa, le bajé ocho dólares al cuento y me subí al taxi maloliente, el camino duro 45 minutos, tiempo suficiente para cambiar completamente mis planes, Hablando con Don Armando (llamémosle así, aún cuando en efecto me enseño una identificación con su nombre real) me contó que había otra manera de llegar a Costa Rica, yo ya había visto la información por internet, pero nunca le puse atención.
Su plan alternativo consistía en tomar un bus de Panamá a Boca del Toro, ahí, supuestamente, existen Lanchas Marítimas (si, redundancia), que llevan por un precio menor de Panamá a San José, consideré la opción y le pregunté si el creía que habría corridas esta noche, me respondió que si, me tomó dos semáforos decidir.
-Llévame a la estación de Bus , voy a llegar mañana a Costa Rica por cualquier medio (y si, lo dije tal cual, con una seguridad infranqueable y mirada asesina de Chuck Norris)
Don armando metió freno de mano, quemó las llantas y dio una estrepitosa vuelta en U (mentira)
Llegamos a la estación de autobuses, la mejor opción, estaba en un lugar en el cual podía llegar al día siguiente a Costa Rica, además, no gastaría cuatro mil pesos en un vuelo de 20 minutos y no pagaría noche de Hotel.
Don Armando me ofreció un cigarro de despedida, me dio la mano, me mandó en compañía de la fuerza y me metí a la central de Autobús, preguntando a todo mundo por las taquillas. No había corridas directas a Boca del Lobo, pero si a David, que es un lugar muy, muy cerca (supuestamente) de Boca del Lobo, no, Boca o bocas del toro.
Un hombre rechoncho me gritó, ¿Vá para Chiriquí? Y yo respondí
-Si , digo No ¡ - Digo si…¿eso va para David?
-Si señor, está Saliendo
-Sin preguntar (y sin pagar) tomé el boleto y salté dentro del camión…hasta ahí la historia… veamos en dónde amanezco, mañana entonces, lo sabremos.


12 de julio de 2011

En Tránsito...

Estoy atrapado en el Aeropuerto de Granada.
Por malos azares tuve un vuelo cancelado y eso vino a partirme todas las conexiones hasta San José. Hoy por la noche debería de estar en Costa Rica para encontrarme con mi madre, ahora pasaré la noche en Trinidad, mañana mi vuelo sale para Panamá.
Después de enojos, más de una discusión, alianzas, estrategias y decisiones difíciles, todos los planes cambiaron y estoy a la espera de mi vuelo reprogramado, sin acceso a internet, sólo con Skype que me ha salvado la vida y para colmo, olvidé mis audífonos en mi maleta registrada.

Perdido en el Caribe… y dista muchísimo de la historia que se monta Maná en su canción.
Extrañas coincidencias, tal vez me encuentre a Paola mañana en Trinidad, ella de regreso a St. Vincent y yo, rumbo a Panamá, vamos a ver si la suerte me da tregua, de lo demás yo me encargo.

Estaba sentado frente a las ventanas que dan a la pista de aterrizaje, nunca había visto un aeropuerto tan sólo, sin llantas quemando, sin turbinas callando todo, sin hélices que cortan el viento. Comenzando a debrayar, me vino recuerdo que me trajo un poco de calma.
Cuando era niño, algunas veces las tardes parecían completamente distintas. Mi padre o mi madre solían viajar mucho por asuntos de trabajo, casi siempre a México, Tijuana o alguna otra ciudad, lo mejor, siempre era su regreso.
Ya estaba advertido que el papá o la mamá llegarían ese día por la tarde, algunas veces requería de un rato de desvelo, pues el vuelo llegaba tarde. La emoción del reencuentro se manifestaba.
Llegar al pequeño aeropuerto de Torreón en el cual siempre reinaba un frio permanente, tan ajeno de todo lo que existía afuera, las personas con sus maletas, luces blancas y luego, esperar detrás de los ventanales la hora de la llegada, a veces en el pequeño restaurant al fondo del pasillo. Impaciente siempre, el avión nunca aparecía del cielo, sólo se escuchaban las turbinas y de pronto el imponente vehículo aparecía rodando en la pista, las mejores ocasiones resultaban cuando el avión se detenía justo al ventanal y de ahí esperábamos a los padres a verlos bajar por las escaleras, los pasajeros bajaban los escalones pero nada importaban, eran como dobles de película, después de esperar el desfile de desconocidos en algún momento, bajaba mi Madre, siempre que bajaba del avión parecía más guapa , con maleta en mano y una seguridad al caminar, Cuando llegaba mi papá, siempre imponente, a veces formal con la barba crecida, representaba para mi lo que era ser un hombre, llegar y los abrazos. Lo mejor siempre estaba por venir, en el coche o en la casa, la curiosidad nos mataba a mi hermana y a mi, pues sabíamos que en su maleta traerían un regalo, por más sencillo o complejo que fuera, siempre algo bonito e interesante, algo que venía hasta nosotros y nos hacía parte del viaje.
Que quede claro, que ese era el trabajo de los padres, pues en esta ocasión de regalo yo sólo llevo algunas fotos y más de tres historias como regalo, buen viaje !