Compartir la experencia, es compartir el gusto y la responsabilidad. Es abrir los ojos através del otro, asumir el compromiso que nos toca como actores fundamentales de nuestro entorno, herederos del pasado y sembradores del futuro.

Éste es un espacio para compartirles mi experiencia.
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27 de marzo de 2011

Noche de Vuelos


9:30 dela noche, Viernes. Mucho gusto Nancy, espero que nos volvamos a ver pronto, gracias por el Ride ! El aeropuerto de San Juan estaba vacío, de nuevo, maleta a la espalda, 85 litros de equipo. Mochila al frente y guitarra en mano crucé los mostradores uno a uno, arrastrando el sudor los algo de nervios del retraso, una hora tarde, un hombre algo regordete con lentes y acento amigable esperaba detrás de el anuncio de LIAT. - Justo a Tiempo Señor, estaba a punto de cerrar el mostrador, es Héctor Ibarra Verdad ? - Sí ! ( es que en verdad la fama me sigue en los aeropuertos? ) -Muy bien, es que, es usted el último en llegar - Ah….(carajo) Recepción de equipaje, un par de puntos de control y ya estaba en la sala de abordaje, con media hora de anticipación, las piezas iban acomodándose solas, aún con la euforia de los días anteriores era consciente de la pesada noche que me esperaba, era el sentimiento inexplicable de saber que algo realmente importante estaba a punto de comenzar. En la sala de abordaje me di cuenta de la nueva realidad a la que me tenía que enfrentar, en la sala había casi una docena de personas y yo era el único de raza no negra en el lugar, no le tomé importancia, ni reparé en ese detalle hasta que con el sombrero en la cabeza saqué mi guitarra y empecé a tocar unos acordes de filio o delgadillo y todos voltearon a verme, acostumbrado a la indiferencia de otros lugares, la sensación fue abrumarte, sus miradas no eran inquisitivas, no eran aprobatorias precisamente, ni reprobatorias, no tenían alguna tendencia de juicio, era simplemente algo fuera de lugar… me sentí otra vez como en un ejercicio de libro de preescolar en el cual hay dibujos de, una manzana, una naranja, una pera, un plátano y un gato, las instrucciones arriba dicen “encierra en un circulo el objeto que no pertenezca al grupo, pues bueno, yo era el gato.


Primer vuelo de la noche, dirección Antigua, el vuelo fue muy corto, apenas 45 minutos. Alcanzamos altura y ya estábamos descendiendo, el aeropuerto de Antigua lucía sólo, era el último vuelo que llegaba esa noche, bajé del avión en medio de la pista y entramos por un pasillo hacia el área de recepción, entregué un par de formas y cuando me di cuenta ya estaba en la calle, fuera del aeropuerto. Antigua es una isla muy pequeña, el aeropuerto no tiene salas de espera ni nada parecido, mi siguiente vuelo salía a las 5 30 de la mañana y yo tenía casi 7 horas de ocio y sueño pretendido. Unas bancas de madera a unos pasos de la calle era lo único que tenía de hospedaje, me acomodé lo mejor que pude, me saqué las botas y di un respiro, no había nada que hacer ni a dónde ir. Pasaban los minutos largos y yo no encontraba otra cosa mejor que verme las manos, una vuelta rápida al bar del aeropuerto, cerrado, de regreso a la banca, corrí el cierre del estuche de Helena y saqué las cuerdas, algo tímidas empezaron a sonar a nadie, sólo para ir sepultando los minutos, en la banca siguiente una chica Hindú tenía una plática incomprensible por Skype, enseguida una pareja de Gringos mayores me sonreían condescendientemente al verme tocar, no sé si les gustaba en verdad o querían que me callara. Media hora, 45 minutos, una hora y media y nada, el intento de dormir. Até mis cosas con los cordones de mis botas y aseguré todo a la banca con un pequeño candado, sombrero en la cara y un intento fallido de sueño, fui presa de los mosquitos. Era la mejor opción viajar de noche, tic tac, hasta los trabajadores del aeropuerto se habían ido hace horas, Tic…son las 5, tac, hora de abordar. Vuelo corto hacía Barbados, Helena no cabe en esta cabina, tiene que irse en el maletero Sir. La escala a barbados sin imprevistos, llegar, registrarse, correr hacia el andén siguiente, creo que yo lucía ya algo desencajado, con mi sombrero y mi guitarra corriendo alterado por los pasillos mientras las personas con su ritmo lento Caribeño me señalaban la puerta siguiente. Eran las 6 30 de la mañana, escala sanitaria antes de abordar, cepillarme los dientes y lavarme dos veces la cara. “Thank you for the songs the last night” me dijo el viejo americano con una sonrisa en los lavabos “how long u´ve been playing?”, un poco de camaradería aeroportuaria, Helena tiene ese encanto, de más de un apuro me ha sacado y en más de dos historias me ha inscrito. Saliendo de barbados, acomodo a Helena en un compartimiento de la sobrecargo y las hélices de la avioneta empiezan a girar, me siento en ese tipo de viajes en dónde sólo los arriesgados se meten, de isla en isla, aterrizando en pistas cortas, volando en aviones del tamaño de un autobús, nada más. Aerotaxi, antes de llegar a Barbados llegaremos a otra isla: ¿Santa Lucia, Granada, Martinica tal vez ? Es lo de menos, 4 personas bajan y otras suben, no nos movemos de nuestro asiento, y como parads de autobús ya estamos despegando, esta vez el vuelo será de 15 minutos, destino final San Vicente, el piloto ni siquiera alcanza los 10mil pies cuando a lo lejos se ve un pequeño punto de tierra, el avión gira y desaparece, un par de minutos después los oídos se empiezan a cerrar, el descenso al fin, el mar se acerca, las olas dejan de ser un tapiz y cada una toma su personalidad, al avión continúa bajando ysigue siendo mar, más cerca, sólo mar, se ve la espuma y… que carajo ! demasiado bajo y yo no veo tierra, de que se trata ! El tren de aterrizaje baja, las alas comienzan a frenar y yo sólo veo mar, sólo mar, un último descenso y de la nada aparece debajo de nosotros una pequeña pista del tamaño de una calle regular, el interminable mar de pronto se cierra y es relevado por algunos montículos llenos de vegetación y unas casitas rosas y verdes, el piloto mete freno de mano, todos nos sacudimos, bienvenidos a San Vicente y las Granadinas.

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